En la Ciudad de México existen viarias leyendas urbanas que pueden contarse a la luz de la ofrenda o degustando un chocolate con pan de muerto.

Estas historias han sido contadas de generación en generación, algunas han sufrido de variantes, pero definitivamente es importante que no se pierda la tradición, por eso aquí te dejamos algunas de ellas.

-La Planchada- 

Esta leyenda cuenta la historia de una joven enfermera, se llamaba Eulalia, trabajaba en el Hospital Juárez a principios del siglo XX, ella siempre llevaba su uniforme intacto y perfectamente almidonado, por eso el sobrenombre de “La Planchada”.

Conoció a Joaquín, un médico del hospital, y se enamoró de él, a pesar de la fama de coqueto que tenía con otras mujeres. Ella estaba muy ilusionada y cuando él le propuso matrimonio, sin pensarlo, aceptó.

Un día, Joaquín le comentó que tendría que irse 15 días a un congreso. En su ausencia, otro enfermero le pidió a Eulalia que lo acompañara a una fiesta, ella se negó por su compromiso con Joaquín, pero el enfermero le contó que el médico realmente se había ido para casarse con otra mujer, y que incluso había renunciado al hospital para irse de la ciudad.

Eulalia cayó en una profunda depresión, comenzó a ser descuidada con los pacientes y a llegar tarde. Al poco tiempo, cayó enferma y murió en ese hospital.

Después de su muerte comenzaron a suceder cosas extrañas. Pacientes graves daban testimonio de haber visto a una enfermera con sus características, que los cuidaba y les administraba sus medicamentos, ante la sorpresa de las otras enfermeras. Dicen que ella se siente culpable por haber dejado morir a tantos enfermos cuando estaba triste, por lo que ahora viene a cuidarlos todas las noches.

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-La Isla de las Muñecas-

En Xochimilco se encuentra una tenebrosa chinampa, en ella habitaba Don Julián Santana Barrera, un hombre solitario que vivió ahí por 20 años.

La historia cuenta que un día, Don Julián encontró el cuerpo de una niña que murió ahogada y quedó atrapada entre los lirios, a la orilla de la chinampa. Desde ese día, vivió asustado y sin tranquilidad, pues sentía la presencia del espíritu de aquella niña.

Para ahuyentarla y protegerse, al ser creyente de los fenómenos sobrenaturales, se le ocurrió colocar muñecas que encontraba en la basura y los canales de Cuemanco.

Don Julián siempre contaba que una sirena se aparecía frente a él que le auguraba su muerte. Un día, su sobrino lo encontró muerto en el agua. Había sufrido un infarto.

La gente sigue visitando y llevando muñecas a la isla. Incluso se le hacen ofrendas a una muñeca en especial, que era la favorita de Don Julián, la conocen como Agustinita, pues fue encontrada un 28 de agosto, día de San Agustín, y la gente le pide deseos.

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-Posada del Sol-

Este inmueble, ubicado en la avenida Niños Héroes 139 y Doctor Navarro, en la colonia Doctores, fue construido por el arquitecto Juan Sordo Madaleno, en la década de 1940.

De sólo verlo por fuera, impone. Estaba pensado como residencia y hotel para personajes intelectuales de la época. Cuenta con 500 habitaciones y grandes salones, con una enorme riqueza arquitectónica, aunque en la actualidad todo eso está en completo abandono.

La leyenda cuenta que el dueño del lugar, Fernando Saldaña Galván, asesinó a su esposa e hijos, y luego se suicidó colgándose de la estatua de San Francisco de Asís, que está frente a la capilla del hotel, por las grandes deudas a las que se había hecho acreedor.

Valientes que se han atrevido a entrar a este recinto, cuentan que han visto su espíritu y lo denominan como el “guardia” del hotel. También se dice que en la habitación 103, vive el espíritu de su pequeña hija, incluso la gente ya le puso un altar con un vestido colgado en la pared y juguetes.

En el lugar se encontraron símbolos y frases de la masonería, al igual que un gran pentagrama dentro de un círculo. Vecinos y comerciantes dicen que se escuchan gritos estremecedores que provienen de ahí.

A la historia de esta posada se suman los rumores de suicidios, homicidios, ritos satánicos y torturas que realizaba “El Negro” Durazo, jefe de la Policía en la capital-

Aun con todo esto, el Gobierno le otorgó este inmueble a la Universidad del Bienestar para que sea sede de la Escuela de Derecho.

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-Callejón del Aguacate-

La leyenda cuenta que, en este lugar ubicado en el Barrio de Santa Catarina, muy cerca del centro de Coyoacán, por la década de los años 30, vivía un militar solitario que tenía fama de ser serio y reservado.

Salía a caminar todos los días y se encontraba siempre a un niño que le pedía que jugaran juntos, a lo que el militar siempre se negaba. Un día, se hartó de la petición del niño y lo golpeó hasta matarlo, luego, lo colgó en un árbol. Sólo hubo un testigo de todo y fue un monje que lo observó desde una ventana.

El militar se arrepintió al instante de lo que hizo y mandó poner un altar a la Virgen de Guadalupe en una esquina del callejón. Se dice que esta Virgen llora sangre, o que incluso se escucha el llanto del niño.

Otra de las leyendas del lugar es que en una casa se reunían los altos mandos y solían hacer sesiones espiritistas usando una ouija. Un día el espíritu al que contactaron les dijo que se iban a traicionar los unos a los otros, así que el dueño de la casa decidió matarlos a todos y enterrarlos en el jardín. Desde entonces se cuenta que se escuchan gritos, cadenas arrastrándose y que incluso se pueden observar los rostros de las personas que murieron en las ventanas.


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-La Casa de la Moira-

De esta casa terrorífica que se encuentra en la colonia San Miguel Chapultepec, se cuenta que un día, en los años 70, un niño llamado Marco jugaba cerca de ahí, cuando se dio cuenta de que la puerta estaba abierta. Le ganó la curiosidad y decidió entrar.

Escuchó algunos ruidos e investigando de dónde venían, llegó a una de las habitaciones y encontró el cuerpo de un niño colgado. Marco, aterrorizado, salió corriendo. Al llegar a casa contó su experiencia, pero su familia no le creyó.

Años más tarde, Marco regresó a La Casa de la Moira, para demostrar que no sólo imaginó lo que sucedió. Se dice que Marco fue encontrado colgado, de la misma forma que él encontró al otro niño. Su familia nunca supo qué fue lo que pasó, si lo asesinaron o se suicidó.

Los vecinos cuentan que se escuchan gritos, ruidos y gente que observa desde las ventanas, a pesar de que el lugar está deshabitado.

Hace unos años, se intentó que el lugar se volviera un Centro Cultural, pero no duró mucho y actualmente se realizan recorridos nocturnos, con la esperanza de encontrar algo paranormal incluso se dice que se realizan sesiones espiritistas y rituales satánicos.

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